Correr en la noche ó ir en contra de la corriente

 


Correr en la noche ó ir en contra de la corriente

Hace unos cuantos años estaba compitiendo en la Ultratavesía de la Sierra, un Ultra de un poco más de 50 km y 3.200 de desnivel positivo. Era algo así como las 04:50 am cuando alguien me tomó esa foto, estaba subiendo una  larga cuesta que me llevaba a mí y al resto de los competidores a la zona más alta de la carrera; donde pudimos apreciar Aruba y Curazao en la punta de la Sierra de San Luis.

Como habrán podido ver estaba oscuro, muy oscuro y es que a pesar que correr es una actividad natural para el ser humano, correr en la noche definitivamente no lo es. Algunas carreras inician en horas de la noche y madrugada por lo que aparte de entrenar las piernas también toca entrenar la vista, esto si uno no quiere terminar perdido y caerse por un abismo.

Los ojos de nuestra especie se encuentran en una posición privilegiada; sin embargo y a pesar de ello, la visión humana es muy mala en comparación con otras especies y aún más mala cuando hablamos de visión nocturna.

El ser humano desde sus inicios ha sido una especie de hábitos esencialemnte diurnos, esto ha cambiado un poco a raíz de la invención de la electricidad y los sistemas de iluminación, no obstante, seguimos prefiriendo hacer la mayoría de las cosas con la luz del día.

Los corredores de montaña cuando van a los montes de noche deben preparar la vista y los sentidos pues la percepción de la realidad no es la misma con un frontal que con la luz solar.

El campo visual con el uso de visión binocular (con los dos ojos) y la visión monocular (usando vista periférica de cada ojo) alcanza cerca de 180°, pero cuando corres de noche tu campo visual se reduce a lo que el frontal te puede mostrar, por lo que esa sensación de conocer lo que hay alrededor se pierde y te quedas casi solamente con lo que puedes apreciar al frente. 

La proyección de las luces y las sombras en los objetos que vas encontrando en el camino también varía drásticamente, haciendo mucho más difícil la percepción de las profundidades, donde a veces no se puede ver con claridad si hay rocas o agujeros en el suelo.

El cerebro humano es sumamente eficiente y a pesar de sus desventaja siempre encuentra maneras de equilibrar la balanza, en la noche los sentidos están más despiertos, el ofato se activa para avisar acerca de los cambios en la vegetación y la percepción de la humedad, el oído se mantiene alerta de sonidos que vienen de frente; pero también los que vienen de la penumbra y que dejamos atrás con cada zancada, las manos están atentas a cualquier cambio en la inclinación, cualquier tropiezo o inclusive a cualquier cambio de temperatura.

Es increíble como los sentidos permiten entender el entorno inclusive cuando nuestra visión se encuentra límitada y esto es esencial para correr de noche, quien no confía en sus sentidos siemplemente tendrá mayor probabilidad de perderse o caerse en el camino.

Recuerdo que en esa carrera a medida que íbamos subiendo las luces se hacían más tenues, pues cada vez nos íbamos alejando entre nosotros, la percepción cobra otro sentido porque la atención es clave para salir a salvo del manto nocturno; que pesar de ser atractivo y maravilloso también es muy peligroso y sin la debida preparación hará que no sea tan divertida la aventura.

Despues de un poco más de nueve horas estaba terminando la carrera y debo decir que debido a la dificultad del terreno el entrenamiento nocturno fue un factor clave que definió quien seguía y quien se retiraba de la carrera, pude terminar la carrera sin lesiones y con la sensación de haber completado sano y salvo una de las carreras más difíciles que habái corrido hasta el momento, 



 

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